Cañonero II anda como el diablo. Si tenemos un poco de suerte, ganamos, afirmó su jinete Gustavo Ávila, durante los días previos al Premio Gran Derby de Kentucky.
Esta carrera es conocida como "Los dos minutos más excitantes en los deportes", o "La Carrera por las Rosas", por la guirnalda que se coloca al ejemplar ganador, y desde 1875 está considerada como uno de los más importantes eventos del mundo para caballos purasangre.
Entrenado por Juan Arias, Cañonero II comenzó la competencia de dos kilómetros de extensión en décimo octavo lugar, y para gran sorpresa de todos, a mitad de carrera embistió como un bólido y logró la victoria por casi cuatro cuerpos de ventaja. Pocos minutos después del triunfo, el propietario del potro, Pedro Baptista, recibió una llamada desde el hipódromo Aqueduct en Nueva York en la que le ofrecieron cerca de US$500.000 por el animal.
Esta carrera es conocida como "Los dos minutos más excitantes en los deportes", o "La Carrera por las Rosas", por la guirnalda que se coloca al ejemplar ganador, y desde 1875 está considerada como uno de los más importantes eventos del mundo para caballos purasangre.
Entrenado por Juan Arias, Cañonero II comenzó la competencia de dos kilómetros de extensión en décimo octavo lugar, y para gran sorpresa de todos, a mitad de carrera embistió como un bólido y logró la victoria por casi cuatro cuerpos de ventaja. Pocos minutos después del triunfo, el propietario del potro, Pedro Baptista, recibió una llamada desde el hipódromo Aqueduct en Nueva York en la que le ofrecieron cerca de US$500.000 por el animal.
El Preakness Stakes fue una carrera increíble, de no ser por Cañonero II el récord pudo ser de Eastern Fleet, que salió a correr en un tren violento y para sorpresa de los presentes Cañonero II salió a buscarlo desde el comienzo. Los primeros 1200 metros los pasaron en 70″4 y siguieron como si nada, sin dejarlo escapar. Ya en la recta final, el hijo de Pretendre, dominaba a su enemigo y cruza la meta con una ventaja de cuerpo y medio. Esta victoria confirmaba su clase. Juan Quintero, su cuidador, saltó a la pista primero, a él, le siguió el entrenador Juan Arias, quien dejo caer unas lágrimas en su rostro en señal de emoción. Richard Nixon, presidente norteamericano del momento, les presento sus saludos a través de la línea telefónica, con una llamada a Gustavo Ávila, expresándole su complacencia por tal acontecimiento, ya que eso era un triunfo venezolano.
